Cuando un estudiante busca su primer empleo en una empresa, confía en que sólo el nombre de su universidad lo posicionará arriba de los otros candidatos.
Desde el otro lado del escritorio, el reclutador piensa: “Y si lo contrato, ¿qué tarea o proyecto específico me puede completar éste candidato? Veamos su currículo: ¿Qué sabe hacer? O mejor aún, ¿qué ha hecho en sus últimos trabajos?”.
No le importa si en ése trabajo anterior le pagaron o no, lo que le importa es conocer si sabe hacer algo específico, es decir, si ha tenido experiencia en una tarea o posición similar a la que tiene que llenar. Por ejemplo: si le van a extraer una muela, a qué doctor escogería usted: ¿a uno que nunca lo ha hecho, o a aquel que ya lo ha hecho? Así es de simple.
Existen posiciones en empresas diseñadas para entrenar a futuros vendedores o contadores, sin experiencia previa, como la que ofreció IBM hace algunos años; en mi primer empleo como recién egresado me enseñaron desde contabilidad hasta ventas.
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En ése caso, no lo pienses más y acepta, sin fijarse mucho en el sueldo. Lo que aprendí ha sido invaluable en mi vida profesional. La mayoría de las empresas hoy buscan personal preparado, con dominio de computación, buena presentación, buen inglés, valores personales, habilidad para trabajar en equipo y con experiencia. Con la poca oferta laboral y un gran número de candidatos, la selección es fácil. Escogerán al que tiene experiencia.
Ahora bien, mis alumnos me preguntan: Si yo NO tengo experiencia, ¿cómo le hago para obtenerla antes de la entrevista? Muy sencillo: busca alguna actividad dentro o fuera de la universidad. No importa lo que te paguen, siempre y cuando la actividad sea legítima y moralmente congruente con tus principios, colabora ya sea en: un inventario, una venta de bodega, un levantamiento de encuesta, el manejo de clientes insatisfechos, etc.
Cualquier actividad que puedas realizar sin descuidar tus estudios, y que te permita aprender la realidad del mundo empresarial, donde cada actividad se mide en resultados, y en la que recibas una crítica constructiva de tus jefes y colaboradores.
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Cuando termines ése período o ése empleo, es recomendable documentar los retos que enfrentaste y cómo los resolviste, para poder anotarlo en tu curriculum. Esto es lo que cuenta para el otro lado del escritorio: lo que sabes hacer, lo que has hecho, y que aparece en tu curriculum.
Carlos Díaz
Docente de la Licenciatura en Negocios Internacionales de la Universidad Incarnate Word